Una de las experiencias mas emocionantes que he tenido viajando fué yendo al parque nacional de Yosemite en USA.Accediendo al parque por la 120, en un repentino recodo, se abre una vista magestuosa de una naturaleza singular. De repente se ven de un solo vistazo, las moles graníticas del Half Dome y del Capitan, el bosque de sequoias gigantes, la cascada Bridalveil,.... el corazón se te encoje y te hace sentirte pequeño, abrumado por tantas cosas grandes y a la vez enorme por sentirte integrado en tal especial entorno.
En un momento tuve la impresión de sentirme un descubridor de algo virgen, sentí la sensación que tuvo uno de los primeros occidentales al descubrirlo, un John Muir o un Galan Clark y sentir que esto es algo grande, y se debe preservarlo para el futuro.
En aquel sitio es impensable que nadie se haga una casa, pongan un restaurante para aprovechar la vista o algo artificial que pueda romper el encanto que tiene, que limite el acceso al público en general impidiendo su aprovechamiento libre.
En este sitio reconocí un "derecho de vistas". No creo que haya ninguna ley que lo recoja, ninguna normativa que regule algo de eso, pero para muchos sitios debería existir. Nadie se puede aprovechar privativamente de ciertos espacios especiales.
Aquí en nuestro entorno de Plentzia, Gorliz y Barrika tengo la sensación, que en defensa de unos intereses particulares y localistas, sin valorarse adecuadamente lo que se tiene, sin tener unas miras amplias en el tiempo, no se respeta ese "derecho de vistas".
No solo me refiero al aspecto positivo, por ejemplo; que llegues al alto de Andraka y puedas admirar la bonita panorámica de la bahía, sino también en el negativo; que mires desde la bahía a Guzurmendi y no recibas un impacto visual, cuan bofetada, por la amalgama artificial de construcciones sin coherencia, sin integrarse en el entorno, sin respeto por los árboles o el verde.
